En ninguna lengua es tan difÃcil entenderse como en la propia.
KARL KRAUS
HabÃa una vez un oshammi shammi que vivÃa en una wesesheshammi en lo alto de una wooba. Llegó una noche un oogoro y le dijo al oshammi shammi: -ShimÃ, no quiero ni tu corona ni tu bastón, quiero tu shammizé. -Pues busca la shimite deé -rió el oshammi shammi-. Si ves aquà en la weseshe ami shammizé, llévatela sin más. El oogoro hurgó por todo lo largo y ancho de la wesesheshammi; al fin vio una woolanda y gritó triunfante: -¡ShimÃ, aquà está, la he encontrado! -Eres más listo que el tsezehé de las orejas largas -dijo el oshammi shammi-, la has encontrado y es tuya. El oogoro bajó corriendo de la wooba, cantando y riendo: -iTengo una shammizé! jTendré una shammizé para toda la vida shimideé! Por el camino se encontró con un viejo woorogoro. -¿Te gusta, shimà woro? -dijo el oogoro-, fijate, ¿te gusta mi shammizé? -Wof -dijo el woorogoro-. ¡Eres más tonto que un tsezehé! ¿No ves que lo que tienes en tus brazos es una woolanda? A la luz de la luna el oogoro miró bien, vio su error y se marchó tzuke shimite ni shimé, tan triste como quien ha perdido el nombre de las cosas.
STEFANO BENNI. EL CUENTO DE LA SIRENA SHIMIZÉ