Esta entrada fue escrita
el Wednesday, June 30th, 2010a las 04:01 y está archivada en hago. Puedes seguir los comentarios a esta entrada a través del RSS 2.0.
Puedes escribir una respuesta, o hacer un trackback desde tu sitio.
2 comentarios hasta ahora
Juan José Solozábal on
July 24, 2010
18:31
Les agradezco su gentileza de reproducir este artículo en su página que me ha encantado por su elegancia y buen criterio
Cada semana , desde hace muchas, publico un recuadro en el imparcial.es.Igual alguna columna pueda interesar a sus lectores.
Les adjunto la ultima, dedicada al penalista Antonio Beristain.Nuevamente les agradezco la deferencia. Un cordial saludo,
Juan José Solozábal on
July 24, 2010
18:35
L PASO
Antonio Beristain: el recuadro debido
22-07-2010
Teresa Echenique me dio, desde San Sebastián, la mala noticia: acababa de fallecer don Antonio Beristain. Yo ya estaba de vuelta en Madrid, eran los finales del año pasado, pero no hacía ni tres días que lo había visto en Donosti, en los aledaños de la residencia de los jesuitas en la calle Garibay. Debí de ser una de las últimas personas en encontrarse con él. La verdad es que me impresionó su aspecto algo espectral: me costó reconocerlo y no me atreví a detenerme un momento y charlar con él. Moriría al día siguiente. Desde entonces cada vez que vuelvo a la capital donostiarra y deambulo por las calles de la ciudad querida, me acuerdo de él, y asumo que debo un recuadro al hombre admirable que fue, magíster scholae et vital, ejemplo de sabiduría y de bondad.
Me resulta curioso no recordarle de la época del colegio San Ignacio, por el que, como tantos otros jesuitas pasaría ocasionalmente, tal vez mientras se formaba en las universidades alemanas que frecuentó. Tampoco coincidí con él a su paso por la Facultad de Derecho de Valladolid ni la de Madrid en las que, como la suya, trascurrió mi andadura académica. Mi primer encuentro con Beristain fue un verano en San Sebastián tras una conferencia, brillantísima, de José Luis López Aranguren sobre las cárceles españolas. Fuimos a una terraza de la Avenida y pasamos un rato delicioso con los dos maestros. Beristain había fundado el Instituto Vasco de Criminología, que le había dado notoriedad entre los colegas penalistas y en la propia sociedad donostiarra. Resultaba atractiva la actitud del catedrático vasco, aunque nacido en Castilla, escorado hacia la realidad social del delito, descuidando la abstracción filosófica que con una fatalidad que nunca he entendido muy bien seduce a tantos de sus colegas.
Ya sé, como Fernando Savater o Maite Pagaza, que hay más Iglesias, especialmente en el País Vasco, pero Beristain perteneció a la que me gusta y con la que me identifico: la comprometida con los pobres y la justicia, la de la verdad y el riesgo. La última vez que estuve con Beristain, puede ser que hace diez años, sucedió que nos encontramos en el aeropuerto del Prat, pues veníamos de dar dos conferencias en Barcelona. Hicimos el viaje hacia San Sebastián. Cuando llegamos a Fuenterrabía, me dijo que si no tenía alguien que me esperara, él me llevaba hasta casa. Mi sorpresa fue que el coche que nos aguardaba era un modesto seiscientos , ocupado por dos escoltas que acompañaban al padre Beristain como su sombra . Que el anciano sacerdote, andaría por los 75 años, modelo de ciudadano por tantos conceptos, tuviera que llevar protección policial me pareció la expresión insuperable de la condición desquiciada de la sociedad vasca de ese tiempo. Para colmo, resultaba que los superiores religiosos (¿) habían retirado, al parecer, el permiso de predicar al jesuita. ¿Cabe, de verdad, concebir una situación más aberrante?
Entiendo la desolación que ha causado su desaparición. Seguro que hay quien continúe su labor, al menos en el Instituto dirigido ahora por José Luis de la Cuesta, pues su propuesta de revisión del derecho penal, colocando a la víctima en el centro y desplazando la atención del delincuente y de la actuación represiva del poder público, resulta bien atractiva y ha de encontrar seguidores. Se trata, en expresión de Beristain, de repersonalizar (en cuanto sea factible) a los delincuentes y reparar a las víctimas. La humanización propuesta del derecho penal debe llevar a “cultivar el valor de la compasión” y a “compartir el dolor de las víctimas y la construcción de un mundo más solidario”.
Adiós, pues Maixu maitea (maestro querido), no te olvidamos.
Enrique Flores
escribe aquí
un post diario.
colaboro con
cuadernos del 15M
Reportaje gráfico
sobre el 15M
ordenado
cronológicamente
Les agradezco su gentileza de reproducir este artículo en su página que me ha encantado por su elegancia y buen criterio
Cada semana , desde hace muchas, publico un recuadro en el imparcial.es.Igual alguna columna pueda interesar a sus lectores.
Les adjunto la ultima, dedicada al penalista Antonio Beristain.Nuevamente les agradezco la deferencia. Un cordial saludo,
L PASO
Antonio Beristain: el recuadro debido
22-07-2010
Teresa Echenique me dio, desde San Sebastián, la mala noticia: acababa de fallecer don Antonio Beristain. Yo ya estaba de vuelta en Madrid, eran los finales del año pasado, pero no hacía ni tres días que lo había visto en Donosti, en los aledaños de la residencia de los jesuitas en la calle Garibay. Debí de ser una de las últimas personas en encontrarse con él. La verdad es que me impresionó su aspecto algo espectral: me costó reconocerlo y no me atreví a detenerme un momento y charlar con él. Moriría al día siguiente. Desde entonces cada vez que vuelvo a la capital donostiarra y deambulo por las calles de la ciudad querida, me acuerdo de él, y asumo que debo un recuadro al hombre admirable que fue, magíster scholae et vital, ejemplo de sabiduría y de bondad.
Me resulta curioso no recordarle de la época del colegio San Ignacio, por el que, como tantos otros jesuitas pasaría ocasionalmente, tal vez mientras se formaba en las universidades alemanas que frecuentó. Tampoco coincidí con él a su paso por la Facultad de Derecho de Valladolid ni la de Madrid en las que, como la suya, trascurrió mi andadura académica. Mi primer encuentro con Beristain fue un verano en San Sebastián tras una conferencia, brillantísima, de José Luis López Aranguren sobre las cárceles españolas. Fuimos a una terraza de la Avenida y pasamos un rato delicioso con los dos maestros. Beristain había fundado el Instituto Vasco de Criminología, que le había dado notoriedad entre los colegas penalistas y en la propia sociedad donostiarra. Resultaba atractiva la actitud del catedrático vasco, aunque nacido en Castilla, escorado hacia la realidad social del delito, descuidando la abstracción filosófica que con una fatalidad que nunca he entendido muy bien seduce a tantos de sus colegas.
Ya sé, como Fernando Savater o Maite Pagaza, que hay más Iglesias, especialmente en el País Vasco, pero Beristain perteneció a la que me gusta y con la que me identifico: la comprometida con los pobres y la justicia, la de la verdad y el riesgo. La última vez que estuve con Beristain, puede ser que hace diez años, sucedió que nos encontramos en el aeropuerto del Prat, pues veníamos de dar dos conferencias en Barcelona. Hicimos el viaje hacia San Sebastián. Cuando llegamos a Fuenterrabía, me dijo que si no tenía alguien que me esperara, él me llevaba hasta casa. Mi sorpresa fue que el coche que nos aguardaba era un modesto seiscientos , ocupado por dos escoltas que acompañaban al padre Beristain como su sombra . Que el anciano sacerdote, andaría por los 75 años, modelo de ciudadano por tantos conceptos, tuviera que llevar protección policial me pareció la expresión insuperable de la condición desquiciada de la sociedad vasca de ese tiempo. Para colmo, resultaba que los superiores religiosos (¿) habían retirado, al parecer, el permiso de predicar al jesuita. ¿Cabe, de verdad, concebir una situación más aberrante?
Entiendo la desolación que ha causado su desaparición. Seguro que hay quien continúe su labor, al menos en el Instituto dirigido ahora por José Luis de la Cuesta, pues su propuesta de revisión del derecho penal, colocando a la víctima en el centro y desplazando la atención del delincuente y de la actuación represiva del poder público, resulta bien atractiva y ha de encontrar seguidores. Se trata, en expresión de Beristain, de repersonalizar (en cuanto sea factible) a los delincuentes y reparar a las víctimas. La humanización propuesta del derecho penal debe llevar a “cultivar el valor de la compasión” y a “compartir el dolor de las víctimas y la construcción de un mundo más solidario”.
Adiós, pues Maixu maitea (maestro querido), no te olvidamos.