Al nacer por azar en un paÃs occidental, tienes derecho a un lindo pasaporte reluciente que te abre todo tipo de posibilidades. Si has nacido en el mundo en desarrollo, te dan un librito que cierra más puertas de las que abre. ¿Qué puede hacer un muchacho pobre? Las fronteras las trazaron poderes que escapan a su control, sin tenerles en cuenta ni a él ni a los de su clase; son lÃneas en los mapas que se corresponden con los intereses de los grandes del siglo XIX de Londres, ParÃs y Roma. Pero si un hombre tiene que cruzar, cruza, por el medio que puede… y al final todas las fronteras tiene que cruzarlas alguna vez alguien. Cedric era un hombre para el que las fronteras no tenÃan utilidad alguna: en el mejor de los casos podÃan ignorarse, en el peor se podÃan rodear. Era una reacción racional a un mundo irracional.
(…)
-Mira este obstáculo que nos están planteando… esta frontera estúpida. Hacen su visado, su pasaporte. Esto es un obstáculo. Yo soy un hombre. ¿No puedo yo caminar en mi propio mundo? ¿Quién eres tú para impedirme pasar?-estaba embalándose de nuevo-. ¿Es este mi mundo o no? ¿Quién eres tú para alzar este obstáculo contra un ser humano que es tu semejante? Asà que llevo mi pasaporte y si necesito otro le enseño otro.
Kevin Rushby. En busca de las flores del paraiso
Otro bonito texto de Felix de Azúa sobre fronteras puede leerse aquà y un interesante blog sobre el tema que visito con frecuencia, aquÃ.