Lo siguiente que vi fue más reposado. Se trataba de un nuevo tipo de arte, un cuadro pintado en el agua. El artÃfice era un nativo. Espolvoreaba unas finÃsimas motas de distintos colores sobre la calma superficie de una jofaina, y aquellos gránulos componÃan gradualmente una imagen exquisita y deliciosa, una imagen que la menor exhalación podÃa destruir. De algún modo era impresionante y más todavÃa después de tanto curiosear entre las moles de unos santuarios desvencijados y decadentes, cimentados en ruinas que, a su vez, descansaban en otros templos derruidos, y éstos en otros más. Era un sermón, una alegorÃa, un emblema de inestabilidad. Las creaciones de piedra no eran, a fin de cuentas, sino magnificados lienzos acuosos.
Mark Twain. Vuelta al mundo siguiendo el Ecuador
Enrique:
Joder con el nativo. Qué sensibilidad. Qué maravilla.
A mà también me hubiese gustado verle pintar.
Estamos vigilados.
Saludos, AH