El dÃa que me marché encontré un ashram en una de las laderas de Simla. TenÃa interés en visitar un ashram desde que los hippies del expreso de Teherán me habÃan dicho que eran unos lugares maravillosos. Pero quedé decepcionado. El ashram era un bungalow destartalado, regentado por un viejo parlanchÃn llamado Gupta, que pretendÃa haber curado a muchas personas de parálisis avanzada pasándoles las manos por las piernas. No habÃa hippies en el ashram, aunque el señor Gupta se mostró ansioso por reclutarme a mÃ. Le dije que tenÃa que ir a coger un tren y replicó que si yo fuese un creyente del yoga, no me preocuparÃa por coger trenes. Le dije que eso era porque yo no era un creyente del yoga.
Entonces el señor Gupta repuso:
-Voy a contarle una historia. A un yogui se le acercó una vez un hombre que decÃa que querÃa ser estudiante. El yogui dijo que estaba muy ocupado y que no tenÃa tiempo para ocuparse de él. El hombre dijo que estaba desesperado. El yogui no le creyó. El hombre dijo que se suicidarÃa arrojándose desde el tejado, si el yogui no le admitÃa. El yogui no dijo nada. El hombre saltó.
-Traedme su cuerpo-dijo el yogui.
Le llevaron el cuerpo. El yogui pasó sus manos por el cuerpo y a los pocos minutos el hombre recobró la vida.
Ahora ya eres apto para ser mi discÃpulo -dijo el yogui-. Creo que eres capaz de obrar por propios impulsos y me has revelado una gran sinceridad. AsÃ, el hombre que habÃa sido devuelto a la vida convirtióse en discÃpulo del yogui.
-¿Usted también ha devuelto la vida a alguien?-le pregunté.
-TodavÃa no-dijo el señor Gupta.Paul Theroux. El gran bazar del ferrocarril
Feb
14
yogui
Categoría: leo
Etiquetas: india, viaje
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