yogui

Categoría: leo Etiquetas: ,
Escribe un comentario

El día que me marché encontré un ashram en una de las laderas de Simla. Tenía interés en visitar un ashram desde que los hippies del expreso de Teherán me habían dicho que eran unos lugares maravillosos. Pero quedé decepcionado. El ashram era un bungalow destartalado, regentado por un viejo parlanchín llamado Gupta, que pretendía haber curado a muchas personas de parálisis avanzada pasándoles las manos por las piernas. No había hippies en el ashram, aunque el señor Gupta se mostró ansioso por reclutarme a mí. Le dije que tenía que ir a coger un tren y replicó que si yo fuese un creyente del yoga, no me preocuparía por coger trenes. Le dije que eso era porque yo no era un creyente del yoga.
Entonces el señor Gupta repuso:
-Voy a contarle una historia. A un yogui se le acercó una vez un hombre que decía que quería ser estudiante. El yogui dijo que estaba muy ocupado y que no tenía tiempo para ocuparse de él. El hombre dijo que estaba desesperado. El yogui no le creyó. El hombre dijo que se suicidaría arrojándose desde el tejado, si el yogui no le admitía. El yogui no dijo nada. El hombre saltó.
-Traedme su cuerpo-dijo el yogui.
Le llevaron el cuerpo. El yogui pasó sus manos por el cuerpo y a los pocos minutos el hombre recobró la vida.
Ahora ya eres apto para ser mi discípulo -dijo el yogui-. Creo que eres capaz de obrar por propios impulsos y me has revelado una gran sinceridad. Así, el hombre que había sido devuelto a la vida convirtióse en discípulo del yogui.
-¿Usted también ha devuelto la vida a alguien?-le pregunté.
-Todavía no-dijo el señor Gupta.

Paul Theroux. El gran bazar del ferrocarril



entradas relacionadas:


Comentarios

Nombre o alias:

Acostumbro a responder los comentarios en privado. Si quieres que lo haga deja tu email:

Sitio web, si quieres que te devuelva la visita:

Gracias por tu visita y tu comentario.Ten en cuenta que los comentarios anonimos no seran publicados.