Pasaban vehÃculos de todas clases: autobuses, camiones con cargas imponentes, taxis colectivos de tres ruedas, cada uno de ellos abarrotados con unas veinte personas (eso conté), carros tirados por mulas, tractores con remolques, algunos remolques con cargamentos de sacos de paja desbordantes, o con troncos colocados de través, de modo que ocupaban mucho más espacio de la carretera de lo que se pensaba desde lejos. Daba la impresión de que las cargas no tenÃan lÃmites. Se consideraba que el metal, al ser metal, podÃa soportar cualquier cosa que se cargase sobre él. Muchas bicicletas circulaban con dos o tres personas: el ciclista propiamente dicho, alguien en el travesaño y otra persona en el portaequipajes. Una motocicleta podÃa llevar a una familia entera: el padre en el sillÃn delantero, un niño entre los brazos, otro detrás agarrado a su cintura, la madre en el portaequipajes, sentada de lado, con el hijo más pequeño.
Otra vez una cita de la inacabable “India” de V.S. Naipaul