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Me avergüenza ver imágenes recientes de policías sin número de identificación (práctica habitual e ilegal consentida por sus mandos para evitar denuncias y alentar abusos) que forman una muralla con sus escudos para hurtar a las cámaras la imagen infame de unos compañeros que golpean a un chaval que se protege en el suelo (minuto 8 del video de arriba)
Un cartel decía en la manifestación del viernes: “Señores policías, les pedimos disculpas por torcer sus muñecas al poner nuestros cráneos frente a sus porras”. La verdad, me resulta difícil de tragar esa afirmación repetida hasta la saciedad en los medios de comunicación tradicionales de que entre las víctimas de la manifestación del viernes se encuentran siete antidisturbios. Me suena a falso y a encubrimiento corporativo. No acabo de ver cómo unos manifestantes desarmados (no necesito que me lo cuenten: los he visto) hieren nada menos que a siete muchachotes entrenados protegidos por cascos, escudos, y armaduras (¿dónde están las imágenes que lo prueban?)
Me encantaría que aprobaran la reciente propuesta del tristemente célebre Puig, consejero de Interior de la Generalitat, consistente en que los policías incorporasen una cámara en su casco. Me gustaría también que los ciudadanos pudiéramos ver la integridad de las imágenes que grabasen. Lo que hacen y lo que dicen que les hacen. A ser posible en streaming en la web de la policía.
Eso no sucederá, claro. En el supuesto de que las cámaras formasen parte del equipo antidisturbios nos servirían las imágenes previamente editadas “para no herir nuestra sensibilidad”.
La web de rtve dice hoy que entre 6 y 8,5 millones de españoles han participado de alguna manera en el 15M. Los últimos sondeos difran en un 76% el número de españoles que apoya el movimiento. ¿Se puede demonizar alegremente a un segmento de población cuyo único pecado es querer y pedir una democracia mejor? Si. ABC describe hoy mismo las tácticas de guerrilla de quienes descalifica como menos que “terroristas urbanos”. Hay que joderse.
La verdad, espero que llegue el día en que no tenga que escribir cosas como ésta. Días en los que la policía me proteja de los violentos y me de soluciones, no problemas. Todos necesitamos una policía moderna que actúe con proporcionalidad y sentido común. Y unos políticos que no se dejen llevar por arrebatos autoritarios (“!Ahora cierro la plaza, me lo permita o no la ley!”) de imposible justificación.
Os dejo un texto esclarecedor sobre la violencia y el 15M que he copiado de http://blogs.publico.es/fueradelugar/707/apuntes-sobre-la-noviolencia-del-15-m.
El 15-M es un movimiento noviolento. Es algo que está tan en su esencia que ni siquiera ha sido una decisión tomada en asamblea: va de suyo, se ha impuesto como una pura evidencia. No decidimos nuestro ADN, partimos de él.
Tan fuerte es esta “decisión no decidida” que nadie por ahora la ha contravenido, a pesar de las provocaciones, los desalojos, las palizas. (Hay otras “decisiones no decididas” que son de todxs conocidas: ser un movimiento horizontal, inclusivo, respetuoso, sin representación, no querer nada con siglas y con partidos políticos, etc.).
La noviolencia no significa noconflicto. Hemos ocupado plazas, nos hemos manifestado sin permiso, hemos bloqueado desahucios, hemos echado a la policía de los barrios… Es decir, la noviolencia del 15-M no es pasiva, no es acatamiento de la legalidad ni asunción de los términos convencionales de la política, sino que es activa, rebelde, desobediente y creativa.
La opción por la noviolencia no es una opción por rehuir el conflicto, sino por plantearlo en los propios términos, escogiendo los escenarios y marcando los ritmos.
De hecho, el 15-M ha podido hacer lo que otros movimientos más “radicales” llevan años intentando sin ningún éxito. Es cuestión de fuerza. El movimiento 15-M tiene la fuerza que otros movimientos no tuvieron.
¿Qué significa tener fuerza? Tiene fuerza quien puede alterar y modificar la realidad, cuestionar las agendas dominantes e im-poner los propios problemas, hacer ver lo que se quería ocultar y decir lo que está prohibido decir, transformar las vidas, los lazos y las vibraciones entre los seres humanos.
Violencia y fuerza no son sinónimos. La fuerza que unx tiene no se mide por el nivel de violencia que puede ejercer. La fuerza del 15-M pasa (entre otras muchas cosas) por su capacidad para acoger la pluralidad, llevar la iniciativa y ser imprevisible. Si el movimiento 15-M ha “decidido” ser noviolento es porque intuye muy claramente que las acciones violentas -agresión, intimidación o amenaza, disturbios y enfrentamiento con la policía- debilitarían esas tres claves de su fuerza.
El poder lleva buscando clarísimamente imágenes de disturbios desde el primer desalojo de Plaza Cataluña: son imágenes mil veces vistas que confirman todos los clichés que dividen y aislan a los que protestan del resto de la población. El movimiento ha sido súper-inteligente al desertar continuamente de los escenarios que nos preparan y en los que nos esperan. Nos salimos por la tangente. Resulta llamativo que desde el interior del movimiento todavía haya quien esté dispuesto a proporcionar al poder político y mediático las imágenes que está pidiendo para erosionar el apoyo social y la legitimidad ancha del 15-M.
Nos salimos por la tangente porque no queremos que nos empujen a la ya muy conocida espiral de represión/detenidos/heridos/miedo/rencor/reacción/campañas antirrepresivas, donde perdemos toda la iniciativa para seguir haciendo preguntas a la sociedad sobre cómo queremos vivir juntos, cómo queremos gobernamos, qué se hace con la riqueza que producimos entre todos, etc.
La violencia nos hace previsibles: refuerza las posiciones y los roles (policía represor/manifestante víctima). Llamar “hijo de puta” a un policía confirma la situación y el reparto de los papeles. Cada cual ya sabe quién es, qué identidad tiene y qué debe sentir hacia el otro. Seguramente no es algo muy grave, pero tampoco tiene nada de subversivo. Por el contrario, los gestos que hemos visto a menudo en las manifestaciones del 15-M de interpelar positivamente a la policía, con formas de comunicación irónica o empática, descolocan la situación: desconciertan, incomodan e inquietan, interrumpen los automatismos, cuestionan los clichés, hacen preguntas, cortocircuitan lo previsible, lo que cada cual sabe que tiene qué pensar, hacer y sentir.
Nosotrxs frente a la policía. La policía frente a nosotrxs. Es una imagen demasiado cómoda de lo que hacemos, es una línea de separación demasiado simple. Nuestra lucha no es así. El enemigo con el que nos batimos es una “lógica” que, en primer lugar, nos atraviesa a nosotros mismos (por ejemplo, en las mil decisiones cotidianas por las cuales sostenemos este sistema del que formamos todxs parte porque no hay ningún afuera). Hay una gran “potencia de humanización” en el movimiento 15-M. Decimos que somos seres humanos y no mercancías en manos de políticos o banqueros. Por la misma razón, podemos pensar que un policía es mucho más que su “función” y dirigirnos así a su humanidad (cuando tratamos de entablar diálogo o les recordamos que ellos también están hipotecados, pero también cuando les gritamos “vergüenza” ante un desahucio o una redada).
¿Violencia y no violencia son compatibles? La experiencia dice que la violencia se coloca siempre en el centro de lo que ocurre, como si fuera un torbellino que succiona y arrastra todo lo demás. La noviolencia puede expresarse de muchos modos, la violencia sólo de uno. En las acciones noviolentas cabe mucha gente distinta, en las acciones violentas siempre participa un tipo de gente muy determinada (hombre, joven, con papeles, etc.). Queremos afirmar, tanto en las formas de organización como en los modos de estar en la calle, los rasgos de nuestro ADN: horizontalidad, apertura, multiplicidad.
Perder la iniciativa, perder la pluralidad, perder la imprevisibilidad implica perder la fuerza. Fuerza es radicalidad. La noviolencia es lo que nos ha hecho y nos hace más fuertes y más radicales. Destrozar sin destrozar es la mejor destrucción.
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Ya está en la calle el libro de mis dibujos de Sol, que puede verse aquí.Hay una bonita reseña de la presentación en Madrid aquí.
Clica aquí para ver el resto de mis dibujos del 15M. Las imágenes pueden ampliarse.
Una galería con mis fotos de los carteles de Sol, aquí.
Algo de eco en los medios de esta serie de dibujos, clicando aquí.
hay que ver que bien se lo pasan estos chicos de azul jugando a manipulo y decurion, seguro que se disfrazan de romanos en la semana santa de su pueblo.