malaparte

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—Nápoles — le decía yo — es la ciudad más misteriosa de Europa, es la única ciudad del mundo antiguo que no ha perecido como Ilion, como Nínive, como Babilonia. Es la única ciudad del mundo que no se ha sumergido en el cruel naufragio de la civilización .antigua. Nápóles es una Pompeya que no ha sido nunca sepultada. No es una ciudad, es un mundo. El mundo antiguo, precristiano, conservado intacto en la superficie de un mundo moderno. No podíais escoger un sitio más peligroso que Nápoles para desembarcar en Europa. Vuestros carros blindados corren el peligro de hundirse en el cieno negro de la antigüedad como en unas arenas movedizas. Si hubieseis desembarcado en Bélgica, en Holanda, en Dinamarca o en la misma Francia, vuestro espíritu científico, vuestra técnica, vuestra inmensa riqueza de medios materiales, os habría dado la victoria, no sólo sobre el ejército alemán, sino sobre el- mismo espíritu europeo, sobre esa otra Europa de la cual Nápoles es la misteriosa imagen, el desnudo espectro.

“Pero aquí, en Nápoles, vuestros carros blindados, vuestros cañones, vuestros automóviles, hacen sonreír. Chatarra. ¿Recuerdas, Jack, las palabras de aquel napolitano que el día de vuestra entrada en Nápoles vio pasar por Vía Toledo vuestra interminable columna de carros blindados? Che bella ruggine!, exclamó. ¡Cuánta chatarra! Vuestra humanidad americana particular, aquí se revela descubierta, indefensa, peligrosamente vulnerable. No sois más que unos grandes chiquillos, Jack. No podéis comprender a Nápoles, no lo comprenderéis nunca”.

Curzio Malaparte. La piel



horror

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Cosas que me producen horror:
los libros de lujo; el tuteo, la poligamia ejercida simultáneamente, los paisajes sin árboles, los vinos espumosos (incluyendo el champán francés), los poetas de Juegos Florales, el patriotismo local, la franqueza, los japoneses, los curas bien vestidos, los pederastas artísticos (en cambio, tengo una grande admiración por los pederastas modestos), las señoritas inexpertas, la virtud, los sargentos, los hombres llorones, el sentimentalismo, los mauristas, los cornuts dialécticos e iracundos, etc.


Cosas que me dejan perplejo:
los literatos descontentos; los maridos heroicos; las señoras mártires, quienes se consideran obligados a hacer el vivo; quienes hacen el inteligente (igual que quienes hacen el humilde); el sol (en el momento de trabajar); el viento; el nihil novum sub sole; los elogios, sean de la intensidad que sean (el catalán es sensible a los elogios, es quizás el peor de sus defectos); la astucia profesional; tener deudas (no he tenidos nunca, cosa que demuestra que soy un burgués); las cuentas poco claros (otro síntoma burgués); el Conferentia Club de Barcelona; los técnicos misteriosos; los crepúsculos tristes; haber perdido los dientes; la decadencia de las arterias… etcétera.


Cosas que me hacen horror casi insoportable:
la familiaridad; la mala educación barriobajera; la chulería; hablar de cosas pornográficas con hombres (en cambio, me gusta hablar con mujeres si es de su gusto); aquello que es implícito en este verso de Racine:

Un bienfait rapproché tient toujours lieux de ofense.

Josep Pla

(Y, de mi propia cosecha, otra cosa que me produce horror es que el horrible servicio de hosting dhost.info haya borrado sin avisar mi base de datos, en la que guardaba los 500 posts de mi antiguo blog. Un desastre que intentaré que no se vuelva a repetir.)



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