George F. Atkinson, escribió en 1859 “Curry and Rice: The Ingredients of Social Life at ‘Our Station’ in India” con cuarenta ilustraciones y un amigo irlandés tuvo la amabilidad de enseñármelo hace unos días. Una delicia.



irlanda

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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=gMfuZ6FK-TE[/youtube]

Esto es lo que me dio tiempo a dibujar entre lluvia y lluvia en Irlanda (condado de Laois y Dublín)



viajes

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Acabo de volver de un viaje donde no he dibujado mucho. Iré subiendo cosas a partir de mañana.

ACTUALIZACIÓN: He subido algunas fotos que pueden verse aquí y aquí.



vedas

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No se han conservado instrumentos de la época védica. No se ha conservado nada de lo que tocaron con sus manos aquellos que entonaban los himnos del Rg Veda. No sólo porque la madera se pudre más rápidamente en el clima tropical, no sólo porque prefirieron no construir templos. Los himnos hablan de palacios de cien puertas. Hablan de joyas bien trabajadas. De empalizadas de bronce. Enumeran utensilios rituales. Nombran armas y carros. Da la impresión de que todo eso no era más que mera realidad mental, que sólo deja emerger el objeto para sumergirlo de nuevo inmediatamente. Sólo permanecieron los bosques salpicados de claros allí donde había pasado el fuego. Permanecieron los himnos, los metros, los nombres. Conservaron las palabras y el fuego. ¿Acaso hacía falta algo más?
Roberto Calasso. Ka



thierry vernet

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Nicolas Bouvier y Thierry Vernet, autor de los dibujos que acompañan esta entrada, viajaron en 1952 desde Suiza hasta la India en un Topolino. Hay fotos de ese accidentado y enriquecedor viaje de dos años en este sitio.

Mi amigo Michel Longuet hizo hace poco un merecido homenaje a la pareja y su coche después de leer un volumen recién aparecido en Francia con las cartas que Vernet escribió durante el viaje.

Dejo aquí abajo un párrafo de “Los caminos del mundo”, el libro que escribió Bouvier:

Tras su jaula de cristal, Ramzan Sahib clasificaba las facturas canturreando con una voz forzada. Era un gigante negro como la pez, con una melena leonina, las palmas de las manos rosadas y un rostro regular, magnífico. Tambien era un as de la mecanica, que cortaba el bronce como si fuera turrón, y un hombre de recursos. Su Khyber Pass Mechanical Shop —un hangar lleno de bidones, un pequeño patio y un elevador— merecía aquel nombre señorial. Ramzan y su equipo reparaban cualquier cosa y reinaban sin discusión en un radio de cuatrocientos kilómetros. Le mandaban coches de Afganistán, de Fort Sandeman, de Sidi, que utilizaban sus últimas fuerzas en pasar los puertos para poder resucitar en su taller.

Aquí, donde utilizan las máquinas hasta el fınal sin preocuparse por revenderlas, los mecánicos ignoran ese repertorio de mímica consternada o despreciativa que en nuestro país avergüenza al propietario de un «cacharro» y le obliga a comprar uno nuevo. Son artesanos, no vendedores. Una culata rota, un árbol de levas hecho trizas, un cárter lleno de una especie de harina de acero: hace falta mucho más que eso para inquietarles. Les impresionan más las piezas en buen estado, faros, puertas que cierran, chasis sólidos; en cuanto a las otras, pues, bien, están allí para repararlas. Desmontan las peores cafeteras, las refuerzan con piezas que sacan de los camiones y las convierten en blindados indestructibles. Es un trabajo de una improvisión admirable, siempre diferente. A veces, a golpes de destornillador, hacen una marca cuando han conseguido realizar con éxito una reparación especialmente difícil. No se aburren y se ganan la vida; mientras están soldando o ajustando algo, se hacen tostadas en el carbón de la forja, comen pistachos y escupen las cáscaras que cubren el banco, siempre tienen a mano una tetera hirviendo. La mayoría de estos mecánicos habían sido camioneros y conocen muy bien la región: sus rincones, sus recuerdos y sus amores se extienden por una vasta provincia. Esto les convierte en hombres inteligentes y de buen carácter. Resulta imposible trabajar con ellos sin trabar amistad.







Estos son algunos de los dibujos que me ha dado tiempo a hacer en la última visita a Mérida. Mucho puente, mucho río, buen tiempo.



El sábado pasado se celebró el 25 aniversario de la creación de Bucéfalo, patriarcas del rock extremeño, con un conciertazo de lujo en las ruinas del acueducto romano de Los Milagros. Así da gusto.



Estoy leyendo el magnífico libro “Los secretos del Mar Rojo” de mi tocayo Henry de Monfreid y rebuscando sobre él en internet he encontrado esta página donde se pueden ver, además de sus fotos y algunos fragmentos de sus películas, una selección de las acuarelas que fue haciendo durante sus viajes. Como muestra pongo aquí arriba dos autorretratos del año 1927 y el retrato de una somalí.

Y es que hay armadores que harían bien en leer libros como éste antes de mandar sus barcos a según qué sitio.

Marea baja. Mi barco está acostado en la arena húmeda descubierta por la bajamar. Ahmed y Abdi duermen al fresco de la brisa marina beatíficamente, a la sombra del casco.

El mar, retirado al otro lado del arrecife, llena el aire luminoso con su rumor. Parece ser la voz de esta blanca espuma que eternamente bordea el profundo azul del océano sin tiempo.

Tomo asiento bajo el vientre del barco. Un asco profundo me invade cuando recuerdo ese despacho oscuro donde los empleados se mueven entre olores de naftalina y cueros sin curtir.

¿Por qué resignarme a esta vida que para mí equivale a un presidio? ¿Por qué no ceder a la llamada del horizonte azul, a capricho del monzón poderoso, y seguir las pequeñas velas blancas que cada día veo desaparecer hacia ese Mar Rojo lleno de misterios?

¿Por qué desear un porvenir de buen comerciante, si no tengo nada para convertirme en algo así?

La decisión está tomada: presentaré la dimisión.



pérdida

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Thursday, April 25

En route to Haiti via Kingston, Jamaica, from Havana, Cuba. Horror of all possible horrors. My fear that one day in my travels I would lose my drawings finally materializes. My large wardrobe bag with portfolio of drawings from México and Cuba inside fails to turn up on the baggage carousel at Kingston airport. Air Jamaica and Cubana will do their best to trace the missing bag as I leave for Haiti tomorrow. Check in at the New Kingston Hotel: I have less than an hour to buy toothbrush, replacement sketchbook, pencils and brushes.

Still no news of the bag. At dinner console myself by sampling Jamaican wine which is unexpectedly excellent Monterey white, a medium dry wine with pleasantly fruity bouquet reminiscent of a Chenin Blanc grape, accompanies a fish course. I follow this up with a half-bottie of Montpelier Red, a light Burgundy with the astringent flavour of a mature Barolo. But despite this attempt to drown my sorrows, spend a sleepless night, worrying about the fate of my drawings. At Ieast I have my working sketchbook in which I invariably make rough compositional notes of how and when to draw subjects. I might be able to re-draw from such notes or photographs. Then, with a sinking heart, realize that some I can never re-create. I think of Victorian Special Artist, Melton Prior, who actually wept on discovering the loss of an irreplaceable sketchbook during the Zulu War, containing his sketches of the whole campaign.

Leo esta entrada del diario de Paul Hogarth que acompaña sus ilustraciones en el libro “Graham Greene Country” y viene a cuento porque también yo perdí hace unos diez días una libreta de apuntes. Horror de todos los posibles horrores, como dice él. Arriba, uno de los dibujos de La Habana perdidos (y después encontrados). Espero que los míos tengan la misma suerte.



porteadores

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Nuestro mundo se sustenta sobre los hombros del otro. Sobre niños que trabajan, sobre plantaciones y materias primas pagadas con calderilla: hombros de desconocidos sostienen nuestro peso, obeso en su desproporción de riquezas. Lo he visto.

En ascensiones que duran varios días hacia los campamentos base de alta montaña, hombres, y mujeres también, y muchachos también, llevan en cuévanos entretejidos nuestro peso. Mesas, sillas, vajillas, tiendas, cocinas, combustibles, cuerdas, utensilios de escalada, alimentos para muchas semanas, en definitiva, una aldea para morar donde no hay nada.

Sostienen nuestro peso por el precio de trescientas rupias nepalíes al día, menos de cuatro euros, los cuévanos soportan cuarenta kilos, pero hay quien lleva más. Las etapas son largas, fatigan al viajero que lleva su mochilita con el mínimo necesario.

Esportilleros de todas nuestras comodidades, caminan sobre chanclas o bien descalzos por pendientes en las que escasea el oxígeno, mientras va bajando la temperatura. De noche acampan al aire libre alrededor de un fuego, cocinan arroz con verduras recogidas en los alrededores, mientras haya algo que sobresalga del terreno. En el Nepal hay vegetación hasta los tres mil quinientos metros.

Los demás dormimos en tiendas tras una comida caliente que ellos cocinan.

Sostienen nuestro peso sin perder ni un gramo, no falta ni un pañuelo en el equipaje que nos entregan al final de la etapa.

No están mejor adaptados que nosotros a la altura, de noche les oigo toser. A menudo, son campesinos de los valles bajos de los arrozales. Nosotros renqueamos en silencio, ellos no renuncian a hablarse, a ir relatando, mientras avanzan.

Nosotros, vestidos con varias capas de tecnología ligera, transpirable, cálida, antiviento, etcétera; ellos, con trapos raídos, algún jersey de lana desgastadísimo: sostienen nuestro peso y sonríen cien veces más que nuestro más extrovertido parrandero. Nos cuecen la pasta con el agua de las nieves, huevos incluso han traído hasta aquí, a cinco mil metros de altura. Sin ellos no seríamos ágiles, ni atléticos, ni ricos. Desaparecen al final del acarreo, van a desperdigarse entre los valles, a tiempo aún para las faenas del arroz y de la cebada.

Erri de Luca. Tras las huellas de Nives



osuna

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Mi amigo Jose María Sánchez ha vuelto de Osuna (Sevilla) con el libro que recoge un microviaje bien aprovechado, a juzgar por la cantidad de gente que ha retratado.



florencia1998

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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=8_EqdJ0QoGY[/youtube]

Este es un cuaderno que dibujé durante unos días en Florencia y Bologna en 1998



menorca2007

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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=m2GlCLAYrp0[/youtube]

Se acerca el buen tiempo y mi amigo Alberto me dice que se va a conocer Menorca. Me muero de la envidia. Para él subo esta Moleskine que dibujé allí en septiembre de 2007



ribafrecha

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Esta Semana Santa he estado dibujando en Ribafrecha a pesar del frío y la nieve.



marruecos

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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=LuUBUX-ZotQ[/youtube]

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=G7EU8ZUCozU[/youtube]

Estos son los cuadernos que dibujé durante mi primer viaje a Marruecos, en 1997. En esa ocasión no bajé de Larache, leche.



[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=w_VFtgfvfiw[/youtube]

Esta libreta es de un casi olvidado viaje a Cracovia y Varsovia en 1994.



notas

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Bartlebooth nunca habló mucho de sus viajes y, de unos años a esta parte, no ha hablado más de ellos. A Smautf, en cambio, sí le gusta recordarlos, pero cada vez le falla más la memoria. Durante todos sus años de peregrinación, llevó una especie de dietario en el que, al lado de sumas prodigiosamente largas que ya no recuerda qué sumaban, apuntaba el resumen de sus jornadas. Tenía una letra bastante curiosa: las barras de las t parecía que subrayaban las palabras de la línea superior y los puntos sobre las íes parecían interrumpir las frases de la línea de arriba; en cambio, intercalaba en la línea de abajo los rabos y arabescos de las palabras que iban encima. El resultado, hoy día, está lejos de resultar siempre claro, tanto más cuanto que Smautf estaba convencido de que la simple lectura de una palabra que entonces resumía perfectamente toda la escena, bastaría para resucitar el recuerdo en su totalidad, como esos sueños que se recuerdan de golpe en cuanto se logra evocar un solo elemento suyo: por eso apuntaba las cosas de modo muy poco explícito. Por ejemplo, bajo de la fecha del 10 de agosto de 1939 -en Tankaungu, Kenia- se puede leer:

Caballos de fiacre que obedecen la voz del cliente, sin cochero.
El cambio de las monedas de cobre se da en papel.
Las habitaciones abiertas en la posada.
¿Quiere… me?
Es jalea de pie de ternera (calf foot jelly)
Manera de llevar los hijos.
Cena en casa del señor Macklin.

Smautf ya no entiende lo que quiso recordar así. Sólo se acuerda -y no lo apuntó nunca- de que ese Mr Macklin era un botánico de más de sesenta años que, después de pasarse veinte años catalogando mariposas y helechos en los sótanos del British Museum, se había ido a hacer el inventario sistemático de la flora de Kenya sobre el terreno.

Georges Perec. “La vida instrucciones de uso”

Arriba, las notas que fui tomando durante el último viaje a Cerdeña.



cerdeña

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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=3T-um32kE1c[/youtube]

Retomé una libreta a medio terminar nueve años después. Aquí arriba dejo la libreta que comencé a dibujar en agosto de 1999 y terminé la semana pasada, el martes de carnaval. Esto es aprovechar material.



bosa/12

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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=Haof0xAYA_o[/youtube]

Esta es la última libreta Moleskine que me quedaba en blanco del lote de 5 que me regalaron. Espero haberles dado buen uso.



Esta de aquí arriba es la única acuarela grande que pude hacer en todo el viaje. Fui demasiado optimista a la hora de echar papel a la mochila.



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